El falso amor se puede transformar en obsesión en personalidades depresivas que tienden a relacionarse en forma simbiótica.
Necesitan sentirse dueños del otro, como parte de sí mismos, para poder controlarlo y manipularlo y cualquier actitud de independencia es interpretada como falta de amor.
Pero si esa persona no puede crecer ni tener una vida propia, además de perder la oportunidad de desarrollar su potencial, pierde su identidad, enajenando su propia vida para mantener una relación enferma. En la obsesión, se utilizan diferentes maneras de llamar la atención, se tiende a imitar a quienes de verdad atraen a la persona en cuestión, queriendo superarlas.
La obsesión en el amor no es amor, consiste más bien en tener a alguien seguro para usarlo.
No hay nada peor en el amor que convertirlo en una cárcel por el miedo a perderlo.
La angustia que provoca el miedo a la pérdida es la falta de fe, porque para amar a alguien de verdad hay que tener fe y esperanza, estar dispuesto a soportar el dolor y la desilusión como parte de la vida y a comprometerse sin garantías.