Україна
31 de agosto de 2011
30 de agosto de 2011
Porque yo no quiero hacer otra cosa en la vida que compartir alegrías, y recuerda:
Nadie necesita tanto una sonrisa, como aquel al que no le queda ninguna por dar.
Así fue como yo, de porcelana encerrada en una cárcel, logré salir. Y cada día que pase me alejaré más de ese horrible lugar, ese horrible lugar llamado timidez.
Que ya sé cual es el camino, aunque mis ojos no sepan guiarme por la vida. El corazón se ha calzado sus botas, esquiva las piedras, y si cae al suelo, se levanta rápido y continá regalando sonrisas.
Puede que, si la cosa va mal, pierdas algo, pero, lo que ganas es mucho más grande que el precio a pagar.
Preocúpate por los demás, si esperas que la gente se preocupe por ti no ganarás amigos nunca. Pues la gente solo piensa en sí misma día y noche. Es más, cuando no estamos ocupados pensando en algún problema específico, solemos pasarnos el 95% de nuestro tiempo pensando en nosotros mismos.
Haz eso, y te garantizo que ganarás más amigos en dos meses, de los que podrías haber ganado en dos años.
Y, sobre todo, baila. Baila como si no hubiera un mañana, como si el sol no fuera a salir nunca. como si nadie estuviera mirando; pero baila, pues el movimiento de nuestro cuerpo tan solo expresa como somos.
Deja que los demás sepan de lo que eres capaz, de lo que estás echo.
Actúa según lo que tú desees, sin pensar en lo que los demás puedan llegar a decir, porque, verdaderamente, ¿acaso importa lo que piensen? Hazlo, por el simple hecho de que lo deseas, por el simple hecho de que quieres ser feliz. Por quitarte un peso de encima y sentirte un poco más libre.
Llena tu vida de pequeños momentos de locura.
La duda te está matando… ¿verdad? Pero, surgen los siguientes pensamientos:
-Si no lo digo me arrepentiré toda mi vida.
-Si lo digo quizás empeore todo, quizás lo pierda.
-Si lo digo, no habrá vuelta atrás.
-Si lo digo… no sé lo que pasará después si lo digo.
Miedo a arriesgarse.
Pero, imagina, imagina por ejemplo ese chico con el que todas las noches sueñas, no te fíes de sus actos, no te fíes de sus palabras, fíate de su mirada.
No pretendas que sea adivino, nadie lo es, dile como te sientes, deja a tu corazón derrochar amor en cada palabra, déjale encender una chispa en esa hoguera llamada esperanza.
Había conocido a quien me había impulsado a salir de eso, faltaba en mi vida la persona que me ayudase a salir de allí, y así fue, apareció.
Entró en mi vida mucho tiempo después, entró, sin ni siquiera avisar, y se fue, tan rápido como había llegado, y aún no ha vuelto a aparecer, no creo que lo vuelva a hacer nunca. Y las únicas palabras que dijo quedaron grabadas en mi memoria, y nadie, ni nada, logrará borrarlas nunca. Me dijo que vivía en una cárcel que yo misma había creado.
Chica tímida siempre está pintada por dulce, delicada, confiable, pero tan vulnerable. Nadie se da verdadera cuenta del precio a pagar por esa imagen superficial, pues por dentro puede esconderse el espíritu de un luchador nato.
Oída aquella terrible verdad pensé… y pensé. Luego decidí luchar. Pero, ¿cómo vencer al enemigo cuando el enemigo eres tú mismo?
Todo comenzó cuando conocí a un ejemplo de vida, aún me acuerdo, una tarde calurosa de octubre. Una tarde conocí a la persona perfecta, no para mí, sino para el mundo. Formada a base de virtudes y regalando sonrisas.
Me explicaré, yo de aquella padecía una terrible enfermedad, sin cura aparente, la timidez. Para todos aquellos que la padezcáis, ya sabéis lo que se siente, para los que no, lo describiré de una manera sencilla: Cárcel para el corazón.
Dichoso es el que pueda vencer a este terrible enemigo, que no te deja expresarte, que te quita la libertad, las pequeñas locuras de la vida, que siempre pregunta :¿ por qué?, en vez de un esperanzado : ¿y por qué no?
El azul del cielo me llama, me invita a perderme entre las nubes, a contar estrellas. La barra del bar quiere quedar conmigo, pero yo la rechazo. Prefiero perderme entre mis sueños, que perderme entre licores. La amargura se la llevo el aire. Amor y esclavitud bailan un mismo baile.
Mi corazón verá todo lo que tu sonrisa calle.
Algún día podré decir todo esto, podré decir todo esto mezclado con todo lo que haya vivido. Habré aprendido por el camino más duro, pero es mayor el dolor de no haberlo intentado al de la certeza de haber dado todo por conseguirlo. Las cosas no son lo que aparentan, moléstate antes en descubrir de qué están hechas. ¿Del mismo material que los sueños? ¿Del mismo material que un lucero?
La vida es un fluir de incorrecciones, no cometas el error de quedarte atrapado en un intento.
Todo esto suena bien, y que bien sienta decirlo. Que si la vida te da la espalda, tu sigue tu camino
El sentido común le tiende la mano, pero el corazón, cual niño jugando al borde de un abismo, se niega a escuchar. Le gusta jugar con fuego, le gusta errar, le gustan las nuevas experiencias, esas que quedan grabadas en tu memoria toda una vida.
Al corazón le gusta sentirse vivo.
Y cuando llora, ¡ay cuando llora! Siente un vacío grande por dentro, siente un vacío grande al verte. Que eres tú lo que a mi corazón cobarde le falta, y son las ganas de tenerte las que le sobran.
Y eres tú la razón por la que llora.
Que un corazón roto no puedo arreglarse solo. Y hay veces que el corazón llora, ¡ay cuando llora de alegría! Puede llorar de alegría porque por fin está completo, porque se ha llenado ese gran vacío que tenía dentro. El amor ha llegado. O puede no ser todo perfecto, pero eres feliz… si, y tanto. No tendrás a ese amor para coger de la mano, pero amigos tienes de los que recibir abrazos. No tendrás besos dulces, apasionados, tímidos en los labios, pero tienes corazones que escuchan cuando el tuyo está llorando. No tendrás te quieros mezclados con esperanzas de un amor eterno, pero eres joven, es más, nunca serás tan joven como esta noche, ¿por qué no aprovecharlo? No sentirás los latidos de su corazón mientras te roba un beso ávido, pero aún sigues teniendo la esperanza de quien espera lo mejor de la vida. De quien sabe convertir los errores y los llantos en algo sano.
De quien no se da por vencido cuando el corazón queda destrozado.
Y será entonces cuando el sentido común intervenga, será entonces cuando la felicidad se irá, tan rápido como ha llegado.
¿Acaso no habéis sentido nunca como la felicidad te invade sin motivo aparente y luego, tan rápido como un amor de verano, se va?
-No, no derroches alegría, corazón. Guárdala para tiempo peores. Pero el corazón se negará a escuchar, replicará con fuertes bombeos y protestará:
-Si, derrocharé la alegría. La soltaré por los cuatro costados, impregnaré a todo el mundo con las ganas de vivir de quien aún sigue luchando. Haré que cada persona que me rodee sonría, sonría y se sienta feliz. Vendrán tiempos peores, por ello debo ser feliz ahora. ¿No te das cuenta? Si yo dejo de funcionar, si yo me apago, todo se acabará. No dejaré que la felicidad, motor que me mueve, se acabe.
De todas formas… la felicidad no es algo inagotable la felicidad reside en el estado mental. Reside en los sueños, en los pequeños momentos de felicidad, esos que pasan tan rápido que no da tiempo a que nada los estropee. A que nada los vuelva amargos. Solo hay que estar atentos a su llegada, porque tan rápido como vienen… se van. Y no quedará rastro de ellos, tan solo quedarán grabados en tu recuerdo.
Vamos, permíteme verte esta noche, no quiero que sea el silencio mi acompañante en este baile.
Te dejaré ver a través de mí, un corazón puro teñido de lágrimas. Te abrazaré y susurraré a tu oído las palabras que una noche de julio callaba. Rompe el silencio, da igual las palabras, grítalas al cielo; dime que aún me quieres, dime que estoy equivocada, que no queda tiempo para nada de lo hubiera podido ser… si yo no hubiera callado. Dime algo, dime lo que quieras, llévate el último trozo de esperanza que me queda, llévate todo lo que veas, pero, por favor, habla. Que el silencio me destroza, me atormentan los recuerdos, cada vez se hace más difícil respirar cuando tú ya no estás a mi lado.
Y si me dices que no estaré sola, que tú estarás a mi lado, en un lugar donde nadie más pueda hacernos daño… empaquetaré mis ganas de vivir y nuestro amor en una bolsa y nos iremos lejos... donde el tiempo no se escapa de las manos, porque no importa. Porque solo importa que yo esté aquí, y tú, a mi lado.
Vamos, hoy puedes cambiar el color de mi cielo con una sonrisa; o puedes provocar que esta sea la noche más fría de toda la historia. La noche más fría de toda la historia, y yo aquí sin ti.
Una búsqueda continua de la eterna felicidad. Un ruego: que la noche no acabe nunca, y si acaba: no volverte a encontrar. Que tú bailes, yo te siga, y perdernos en nuestros pies. Que cada vez que toque el cielo, esté un poco más cerca de tu piel. Que un vestido, una mirada y un poco de placer, conviertan toda tu vida en un baile continuo hacia el amanecer.
Perderse entre las risas, rozar corazones, llorar licores. Palabras sabor a miel, miradas que intentan atraer. Gestos llenos de hipocresía, trajes cosidos con mentiras. Sentimientos desgastados, amores que ya no tienen color. Fiestas que empiezan al atardecer, amores que se extinguen al amanecer.
Dime lo que quieras, las más diversas historias oiré, dime lo que quieras que aún así yo responderé: que no hay nada más fuera de este mundo que tu piel sobre mi piel.
El amor vivirá mientras viva una madre; mientras haya una ciudad; mientras una mejilla se sonroje; mientras haya una sonrisa que de color a la mañana; mientras exista un piano y unas manos de nieve que lo acaricien; mientras haya un recuerdo; y la sonrisa de un niño inocente a la que la vida se presentará.
El amor morirá el día que deje de amanecer, el día que el sol se esconda porque le dé vergüenza ver en lo que hemos convertido el mundo. El día que la codicia y la envidia se apoderen de nosotros y ya no haya más miradas con palabras, ni caricias con manos entrelazadas, ni melodía para el corazón.
Amor es el brillo en el fondo de tus ojos azules. Amor es despedirse y nunca irse.
Aunque nadie nunca haya entendido esto, y luego nunca nada vaya a suceder. Aunque tu mirada nunca vuelva a quemar mi piel, ni tu sonrisa me eleve hasta el amanecer... yo sigo aferrada a ello como si me encontrara en medio de una corriente.
Ei, hola de nuevo. Aquí estamos los dos, como supone que deberíamos haber estado. ¿Qué tal te va la vida? Sigo susurrando la melodía, sigo leyendo los versos de nuestras vivencias ¿Olvidaste de qué iba la historia? Si, esa en la que hay una chica tonta.
Qué bien me hace verte sonreir… y aunque no digas lo que hay en tu mente, tan solo con que respires… para mí no hay nadie más con quien debiera estar. Es tan hermoso oírte reir.
Tengo un plan, robaré un trozo del tiempo que me sobra y me acompañarás, y susurraremos esos versos de nuevo, esos versos de nuestra historia. Y aunque no digas lo hay en tu mente… nosotros deberíamos recordar. Creemos un nuevo recuerdo. Cántame esa canción, dedícame unas palabras, robemos el tiempo y encerrémoslo en este verso, que sea eterno, eterno…
Y si esto no es amor, dime qué diablos estamos haciendo.
Atravesar el aire que nos separa y sellarlo con un beso. Si es que apenas puedo respirar… aquí tú y yo, como siempre se supone que debió ser. Y si no sabes que decir, lo entenderé, y si no te quedas… qué fácil alcanzar el sol en un amanecer, mucho más que sacar de tus labios un quizás. Nosotros deberíamos estar… nosotros deberíamos ser…
Te diré un: hasta que el viento te vuelva a traer. Y acabaremos esta historia. "Mientras escribiré los versos más tristes de la historia".
Hay placeres que forman parte de tu vida y que mueven recuerdos una vez los avivas. Como cuando todo está en silencio, cuando las ideas se ven pasar, cuando el vuelo de un pájaro resulta tan ruidoso como un tren llegando a la estación.
En esos momentos, cuando tus ojos azules parecen más azules y refrescan en un día de verano mientras tu sonrisa tímida detrás de esos labios saluda a un nuevo día.
Cuando nuestros labios se separan emiten un sonido reprochador.
Cuando pisas hojas secas y suena como que el mundo se cae.
Cuando una caricia se oye, y se siente más dentro.
Cuando el ruido de una teja suelta azotada por el viento no te deja conciliar el sueño.
Cuando te sirves la leche de una mañana en la taza y el sonido parece hasta ridículo.
Cuando te grito con la mirada que ya no te necesito.
Cuando tus manos se enredan en los bucles de una dama sin permiso.
Cuando uno se deja caer sobre la nieve; y más tarde se oye el dulce crepitar de la chimenea.
Los aplausos, los que te hacen sentirte orgulloso.
Los abrazos, los que te llenan y los que te dejan el corazón helado.
Las lágrimas, las que te conmueven y encojen el alma.
Las palabras, que ennoblecen a aquellos que saben usarlas.
El latir de un corazón, el ritmo, la tranquilidad.
8 de agosto de 2011
Entonces dime, ¿Qué estás haciendo tú…
sin mí? Vamos, que hoy ha sido un día perfecto, que has hecho mi mente volar, que tenemos todo el tiempo del mundo para descubrirnos. Quédate esta noche, podemos pasarnos horas hablando, nuestra canción favorita sonará en la radio y giraremos sobre nuestros talones bailando algo improvisado. Mi pelo se enredará entre tus dedos y mi piel se estremecerá con tus besos. Tu sonrisa pondrá el color a esta noche, yo pondré la ilusión. Y todo lo que tenemos no es mucho, pero es como una manta a un mendigo, un rayo de sol en medio de tanto frío, algo que salva, que quema por dentro.
Date cuenta que cuando el sol cayó, cuando la luna tímida empezaba a reflejarse en el mar, tú y yo ya teníamos algo.
Tengo paciencia, pero todo lo que tenemos me sabe a poco, mira, fíjate, el amor está por allí, un letrero grande, luces de neón. Fíjate cuanta gente se desvía del camino principal, fíjate cuanta gente se adentra por ese camino sin saber su final. Cuantos de ellos lo dejan todo nada más entrar. Unos irán con ilusión, llenos de pasión; otros con miradas que hielan, corazones de piedra. Y, ¿cuántos de ellos llegarán al final de ese camino juntos? Solo unos pocos. Venga sigamos el sendero. No te digo que esto dure hasta el final pero podemos divertirnos un rato, jugar a que yo te quiero y que tú necesitas mis besos.
Me dice que quiere abandonar esta batalla, pero que sabe que merecerá la pena luchar por ello.
Después de tanto tiempo, oyendo sus historias, notando ese vacío en su corazón por el que tanto tiempo ella lloró. Después de todo eso, un día, se levantó de ese lugar, miró al horizonte. El sol se escondía encogido por la grandeza de su mirada. Se giró hacia mí, y me dijo:
Este corazón libre nunca volverá a estar roto.
Aquí no hay mentiras, ni verdades completas. Intenta decirte como se siente, pero cada vez que lo intenta todo se vuelve un poco irreal. No es tan fuerte como piensas.
Hay veces que la encuentro en este lugar y ya no me dice nada. Calla, pero su mirada habla. Me habla de historias tristes, de historias que acaban. De besos que no llegan, de llamadas que aún espera.
Considéralo un desafío.
Algo tan sencillo pero tan imposible. Algo que estaba al alcance, que se complicó, y que ahora está a tantos kilómetros de distancia que ya apenas distingo la silueta de lo que fue por mucho que fuerce la vista.
Me di cuenta tarde que te perdí por pensar que te tenía.
4 de agosto de 2011
Quién sabe la suerte que nos deparará esta vez la vida, las cartas que nos repartirá esta vez, la forma en la que las jugaremos. Algunas veces ganaremos, otras veces perderemos, pero siempre nos quedará la ilusión de que después de todo esto llegará algo grande, algo que mueva montañas, que se eleve más alto que las nubes, algo que nos haga ver que todo este tiempo de lucha ha valido la pena.
Que la vida me pega puñetazos; y yo me caeré, pero lograré levantarme.
Que me ha pasado esto incontables veces y que nada me impide intentarlo de nuevo.
Que no era la persona perfecta, ni el momento oportuno, que ni siquiera estaba buscando algo así de complicado; aunque estaba dispuesta a hacer lo que fuera para que todo fuera bien…
En estos momentos parece que a uno le gusta lo imposible, que preferimos aquello que parece más difícil. Que nos atraen los retos.
Comienzan mis dudas, se esfuman los sentimientos, todo parece de un color algo más triste.
Para ti sólo fui un capricho insignificante. Mi corazón se funde, mis manos se hielan. Fue bonito mientras duró, pero la que sufre después soy yo.
Pongo carteles de “Se busca”; mientras reviso en los cubos de basura; miro en el mercado, a ver si has subastado nuestros besos tan improvisados; en los labios de esas chicas; en el fondo de una mirada que me explique qué pasó, qué decidiste hacer con esos restos que aún quedaban de nuestro amor. Cualquiera que me escuche, atento: Lo ando buscando por la calle, me asomo a la puerta de todos los bares. Si lo encuentras, dile que lo ando buscando, lanza un destello allá donde esté si lo ves.
Ahora me doy cuenta tarde que mi esperanza se terminó.
Y así pasan estas horas muertas. Que las horas muertas, muertas se quedan. Y mientras la vida no se para a esperar y las oportunidades ahí afuera vuelan.
Pero antes de lanzarme a la búsqueda de la última carta que me dedicó, esperando encontrar en esas palabras de cariño algo de consuelo, decido poner en orden todo lo que pasa por mi mente, apartando todo aquello que se quedó sin esperanza, las cosas que ya son demasiado tarde para decir, cerrando caminos que creo equivocados y oyendo resonar en mi cabeza las palabras que me dijiste antes de ayer, arrojando al camino algo de luz, algo nuevo, alguna verdad de esas que hielan y que sólo tú sabes hacerme ver.
Parece que miento y sigo hacia delante. Las palabras de mi boca se entrecortan, no coinciden y quiero decirte algo más de lo que aquí se escribe:
Consigues lo que necesitas, lo que buscabas, lo que te quitaba el sueño por las noches… Lo tienes al alcance de tu mano y, de repente, ya no quieres algo así. Juguemos a complicarnos un poco la vida. A buscar algo más de lo que tenemos. Saltémonos todas las reglas, cambiemos un poco nuestros principios y luego, déjame perderme un rato en tu mirada. Te miro, sonrío y te vuelvo a mirar. Respiro, y mis pulmones se llenan de ese aire que me quitas cuando caminas en otras direcciones. Aparquemos por un rato las dudas, olvidemos las decisiones que aún quedan por tomar, para todo este tren aunque solo sea por un rato, porque ya no entiendo nada, camino del revés haber si me encuentro contigo, que estoy un poco necesitada de tu piel. Qué miedo, miedo a perderte, miedo a que la rutina acabe con nosotros antes de que seamos nosotros los que acabemos con ella. Te quiero regalar un poco de mí, sabiendo que quizás al final te tengas que ir. Te quiero susurrar, por si te vas, por si me dejas aquí, que siempre hubo algo que me arrastraba junto a ti.
Te necesito de una manera un poco torpe: ahora me muero por ti, luego ya no recuerdo tu nombre. No sé que es lo que pasa por mi mente. Entendiendo que esto no es nada más que un juego, dejemos que decida el viento el final de todo esto, mientras improvisemos los minutos que me quedan de tu calor, antes de que te marches, de nuevo, en otra dirección.
2 de agosto de 2011
Los pequeños placeres me hacen feliz. Que me acaricies la espalda, el hombro o las piernas, que me abraces por detrás sin esperarlo, que vengas y me des un beso porque sí, que me saques la lengua o me guiñes un ojo, que me pases tu brazo por encima, que me agarres la mano, pillarte mirándome, que me sonrías o hacerte sonreír, que te metas conmigo solo para abrazarme una vez más.
Tú llenas mi vida con pequeños placeres.