El azul del cielo me llama, me invita a perderme entre las nubes, a contar estrellas. La barra del bar quiere quedar conmigo, pero yo la rechazo. Prefiero perderme entre mis sueños, que perderme entre licores. La amargura se la llevo el aire. Amor y esclavitud bailan un mismo baile.
Mi corazón verá todo lo que tu sonrisa calle.
Algún día podré decir todo esto, podré decir todo esto mezclado con todo lo que haya vivido. Habré aprendido por el camino más duro, pero es mayor el dolor de no haberlo intentado al de la certeza de haber dado todo por conseguirlo. Las cosas no son lo que aparentan, moléstate antes en descubrir de qué están hechas. ¿Del mismo material que los sueños? ¿Del mismo material que un lucero?
La vida es un fluir de incorrecciones, no cometas el error de quedarte atrapado en un intento.
Todo esto suena bien, y que bien sienta decirlo. Que si la vida te da la espalda, tu sigue tu camino
El sentido común le tiende la mano, pero el corazón, cual niño jugando al borde de un abismo, se niega a escuchar. Le gusta jugar con fuego, le gusta errar, le gustan las nuevas experiencias, esas que quedan grabadas en tu memoria toda una vida.
Al corazón le gusta sentirse vivo.
Y cuando llora, ¡ay cuando llora! Siente un vacío grande por dentro, siente un vacío grande al verte. Que eres tú lo que a mi corazón cobarde le falta, y son las ganas de tenerte las que le sobran.
Y eres tú la razón por la que llora.
Que un corazón roto no puedo arreglarse solo. Y hay veces que el corazón llora, ¡ay cuando llora de alegría! Puede llorar de alegría porque por fin está completo, porque se ha llenado ese gran vacío que tenía dentro. El amor ha llegado. O puede no ser todo perfecto, pero eres feliz… si, y tanto. No tendrás a ese amor para coger de la mano, pero amigos tienes de los que recibir abrazos. No tendrás besos dulces, apasionados, tímidos en los labios, pero tienes corazones que escuchan cuando el tuyo está llorando. No tendrás te quieros mezclados con esperanzas de un amor eterno, pero eres joven, es más, nunca serás tan joven como esta noche, ¿por qué no aprovecharlo? No sentirás los latidos de su corazón mientras te roba un beso ávido, pero aún sigues teniendo la esperanza de quien espera lo mejor de la vida. De quien sabe convertir los errores y los llantos en algo sano.
De quien no se da por vencido cuando el corazón queda destrozado.
Y será entonces cuando el sentido común intervenga, será entonces cuando la felicidad se irá, tan rápido como ha llegado.
¿Acaso no habéis sentido nunca como la felicidad te invade sin motivo aparente y luego, tan rápido como un amor de verano, se va?
-No, no derroches alegría, corazón. Guárdala para tiempo peores. Pero el corazón se negará a escuchar, replicará con fuertes bombeos y protestará:
-Si, derrocharé la alegría. La soltaré por los cuatro costados, impregnaré a todo el mundo con las ganas de vivir de quien aún sigue luchando. Haré que cada persona que me rodee sonría, sonría y se sienta feliz. Vendrán tiempos peores, por ello debo ser feliz ahora. ¿No te das cuenta? Si yo dejo de funcionar, si yo me apago, todo se acabará. No dejaré que la felicidad, motor que me mueve, se acabe.
De todas formas… la felicidad no es algo inagotable la felicidad reside en el estado mental. Reside en los sueños, en los pequeños momentos de felicidad, esos que pasan tan rápido que no da tiempo a que nada los estropee. A que nada los vuelva amargos. Solo hay que estar atentos a su llegada, porque tan rápido como vienen… se van. Y no quedará rastro de ellos, tan solo quedarán grabados en tu recuerdo.
Vamos, permíteme verte esta noche, no quiero que sea el silencio mi acompañante en este baile.
Te dejaré ver a través de mí, un corazón puro teñido de lágrimas. Te abrazaré y susurraré a tu oído las palabras que una noche de julio callaba. Rompe el silencio, da igual las palabras, grítalas al cielo; dime que aún me quieres, dime que estoy equivocada, que no queda tiempo para nada de lo hubiera podido ser… si yo no hubiera callado. Dime algo, dime lo que quieras, llévate el último trozo de esperanza que me queda, llévate todo lo que veas, pero, por favor, habla. Que el silencio me destroza, me atormentan los recuerdos, cada vez se hace más difícil respirar cuando tú ya no estás a mi lado.
Y si me dices que no estaré sola, que tú estarás a mi lado, en un lugar donde nadie más pueda hacernos daño… empaquetaré mis ganas de vivir y nuestro amor en una bolsa y nos iremos lejos... donde el tiempo no se escapa de las manos, porque no importa. Porque solo importa que yo esté aquí, y tú, a mi lado.
Vamos, hoy puedes cambiar el color de mi cielo con una sonrisa; o puedes provocar que esta sea la noche más fría de toda la historia. La noche más fría de toda la historia, y yo aquí sin ti.
Una búsqueda continua de la eterna felicidad. Un ruego: que la noche no acabe nunca, y si acaba: no volverte a encontrar. Que tú bailes, yo te siga, y perdernos en nuestros pies. Que cada vez que toque el cielo, esté un poco más cerca de tu piel. Que un vestido, una mirada y un poco de placer, conviertan toda tu vida en un baile continuo hacia el amanecer.
Perderse entre las risas, rozar corazones, llorar licores. Palabras sabor a miel, miradas que intentan atraer. Gestos llenos de hipocresía, trajes cosidos con mentiras. Sentimientos desgastados, amores que ya no tienen color. Fiestas que empiezan al atardecer, amores que se extinguen al amanecer.
Dime lo que quieras, las más diversas historias oiré, dime lo que quieras que aún así yo responderé: que no hay nada más fuera de este mundo que tu piel sobre mi piel.