Y cuando la boca te sepa a una amarga decepción, sube las escaleras del edificio más alto de Nueva York. Colócate frente a la más bella puesta de sol y repite, grita después de mí: SOY LIBRE.
…y después suspira. Que los suspiros van al aire y si el viento se los lleva, yo te oiré suspirar. Y suspiraré contigo, porque da igual cuán feliz sea, ahora mismo me falta el tiempo que pasé contigo, me faltas tú… tú y tus suspiros.
Todo lo que soy, todo lo que he sido alguna vez, ya no está aquí, y no sé a donde he ido a parar.
Es difícil sobrevivir sólo con una sonrisa. Buscar la razón para ser feliz cada día. Piensa que mañana puede pasar cualquier cosa. Respira bien hondo y déjate sorprender por la vida y sus oportunidades, ¿quién sabe dónde estarás dentro de unas horas? En la cima de una montaña, nadando para alcanzar el horizonte, cruzando una mirada que te llene, saltando alto intentando alcanzar el cielo…
No espero nada, sólo estoy perdiendo el tiempo… Dejé de buscar tu mirada perdida entre la gente hace ya tiempo, cuando supe que no te habías perdido, sólo te habías olvidado de este sentimiento antes lleno de esperanza. Y ahora mi mirada está abierta a cualquiera… cualquiera puede convertirse en alguien. Alguien puede entrar de lleno en mi vida, y ocupar mi corazón. No sé lo es que es el amor, no sé lo que es la vida, estoy dejando que el amor me encuentre, estoy dejando que la vida me llene.
Cada segundo que pasa es único, irrepetible pero, a veces, tan lleno de soledad…
¿Alguna vez has sentido que lo único que importa es el siguiente momento de adrenalina? Acabas buscando algo que no termina de existir, la eterna felicidad, sin darte cuenta de que hay un espacio que se queda vacío cuando el amor se va.
Qué fácil es perder a alguien, con qué facilidad se nos escapa de las manos, con qué facilidad el corazón luego queda destrozado, y que difícil no sentir que el corazón se te escapa cuando lo qué más quieres se marcha. Puedes empeñarte en agarrarlo, sujetarlo con todas tus fuerzas pero, si se tiene que ir, se irá.
Y el corazón queda destrozado…
Una noche tu mirada, ya no me miraba igual. Por ello decidí decirle adiós a ese sentimiento que ardía en mi interior al cruzarme con tu mirada, decidí ponerme mi mejor vestido, mis más altos tacones, y salir a comerme el mundo. Iba en busca de otro tú, no buscaba la pareja perfecta, tan solo alguien a quien darle mi cariño, alguien que me hiciera dejar de pensarte.
Dejar de pensar, dejar de pensar, dejar de pensar…. poder volar.
Iba en busca de otro tú, pero me paré a pensar. Te necesito, dentro de un tiempo quizás ya no me acuerde de ti, quizás encuentre a otra persona, otra persona capaz de hacerme feliz… pero ahora no es dentro de un tiempo, ahora es tiempo de vivir. Ningún amor muere, solo cambia de lugar en la memoria, por ello quiero llevarme conmigo, al lugar donde los recuerdos perduran, tu calor. Y si tengo que irme, si me rechazas, si esto no tiene futuro, si el amor muere… quiero que sea con una batalla. Si pierdo, quiero saber que al menos he luchado por esto, que luché por estar contigo, por construir un lugar para nosotros en ese sentimiento que algunos llaman amor. Porque es ridículo ponerle nombre a algo tan hermoso, a algo tan grande.
Pero no quiero irme a casa sin saber una cosa: Dime cuándo olvidamos que valía la pena seguir luchando por estos recuerdos... Por crear nuevos recuerdos. Nuevos, intensos, maravillosos.
Y así estaba yo una noche, que iba en tu busca,
y me encontré a mí misma.
Vivir. Una palabra tan usada, pero tan mal empleada, equivocados todos en su significado, o al menos, la mayoría. No creo que nadie sepa lo que en realidad significa esta palabra, su complejidad. Mil historias escondidas detrás de cinco letras, cinco letras que lo significan todo, diferente significado para cada uno. Aún yo misma estoy intentando encontrar la definición perfecta.
Vivir… se trata de hacer que cada momento de tu vida, cada milésima de tu existencia sea irrepetible, saturada de felicidad; se trata de sufrir, de aprender de la vida, de saber sobrellevar los momentos difíciles, de tirar pa’ lante sin mirar atrás, de saber reir, pero saber llorar, de ser sinceros, pero no callar ante lo injusto, siempre; y, si quieres algo, ir a por ello, con todo tu esfuerzo, tus ganas, con la felicidad de quien está convencido de que lo conseguirá… inténtalo hasta que lo consigas. Mejor dicho, no lo intentes, hazlo.
No planifiques tu vida pensando que ello te hará más feliz en un futuro. No hagas planes. Disfruta cada segundo que tu vida como si fuera el último, el último suspiro, el último abrazo, el último beso. Porque si no disfrutas ahora, en este mismo instante de tu oportunidad, la acabarás perdiendo. Se irá, se esfumará, no quedará rastro de ella, se irá tan rápido como ha llegado y te quedarás solo con el vago recuerdo de unas miradas llenas de amor y unas promesas ahora ya vacías. Perderás eso que llevabas esperando tanto tiempo con unas simples palabras, unas palabras que ya pronunciaste. Y ya está, el daño está hecho, no hay vuelta atrás. Lo has perdido.
Vivir significa aprovechar todo cuanto te rodea, sentirte lleno de emociones, aprender, enseñar, recordar… recordar momentos felices, momentos llenos de satisfacción, mirar atrás y ver que te has convertido en quien querías ser.
Mirar atrás y pensar que la vida te está tratando bien o, al menos, no peor de lo que te podría estar tratando.
Venga, recordad, dejar que cada parte de vuestro cuerpo se llene de ese sabor a tiempos ya pasados. Pasados, pero tan dulces… aún frescos en la mente, aún capaces de hacerte estremecer. Dejar que cada parte de vuestro cuerpo se llene de vida.
Recuerda la calidez del primer beso, los escalofríos, su aliento, tu miedo, sus manos, tu deseo...
Recuerda esa vez que te prometiste algo, y lo cumpliste, superando toda dificultad, el orgullo de alcanzar una meta, lograr un sueño, poder con eso y mucho más…
Recuerda la calidez de un abrazo sincero, una amistad de hierro, porque creo en una amistad inagotable, y nadie me quitará esa idea.
Recuerda el reencuentro con alguien, volver a sentirte entre sus brazos, oir su dulce voz, saber que os queda un largo tiempo por delante uno al lado del otro.
Recuerda el último día de clase, la emoción, la risa, el verano, el olor a libertad.
Recuerda esa sensación de ingravidez, recuerda lo que es ver a esa persona, y saber no que es tuya, sino, algo mucho mejor, que te quiere, y que, en ese mismo instante, haría cualquier cosa por estar contigo.
Recuerda todos los elogios, que guapa estás hoy, te veo muy bien, qué maja eres, les has caído muy bien, tus ojos brillan, tienes el pelo precioso, transmites positividad y… ¿por qué no incluirlo aquí? Tu boca me llama.
Lo dije una vez, y lo volveré a repetir, tres palabras que lo significan todo pero que no especifican nada…
DISFRUTA LA VIDA, vívela tal y como tú lo desees, eres dueño de tu pasado, tu presente y tu futuro. Vive tu vida de tal modo que al final de ella, si te dieran la oportunidad de volver a nacer, pidieras vivir tal y como recuerdas, aprovechando cada minuto de felicidad inagotable.
“Vamos, lo que sea será, soy fuerte. Brillo por mi propia luz, losé. Creo en mí. No debería esperar por nada, ni por nadie. No debería esperar momentos de felicidad, debería salir ahí afuera, buscarlos, perseguirlos y atraparlos. Sí, eso haré. Aunque, en este caso, será diferente. Serás tú el que me tendrá que lograr atrapar a mí. Vamos, ven, juntos podremos alcanzar la felicidad en estado puro. Y si no, no pasa nada. Mira que no hay gente por conocer en el mundo, historias que compartir, besos que saborear, y gente dulce. Gente amable, ociosa, divertida, tímida, sin complejos, sin miedos, respetuosos. Simplemente gente. Y, entre todos ellos, una persona dulce, una persona que resaltará entre los demás, que encajará a la perfección conmigo, como si de un todo se tratase. Amor verdadero. Qué bien suena. Pero no hay prisa, no. Yo mientras seguiré volcada en mi ardua tarea: La búsqueda de la felicidad.
Aunque una cosa está clara, la felicidad en estado puro no se encuentra en el mismo bar de siempre, con la misma gente de siempre y las conversaciones monótonas de a diario. La felicidad en estado puro, la realización como persona y el sentimiento de saber con toda certeza que estás saboreando la vida se encuentra en momentos irrepetibles; en un día a día intenso. La felicidad se trata de amanecer emocionado y radiante, sin saber las sorpresas que te deparará la vida esta vez, y anochecer sintiéndose pleno, pensando que la felicidad ha estado en la misma calle que tú, y que has mantenido una conversación con las sonrisas; se encuentra en planes fuera de lo común, en cosas nuevas, en sueños por realizar y en un presente dulce y lleno de nuevas experiencias.
Y esto, señores, es lo único que yo perseguiré eternamente, lo único que merecerá la pena esperar y seguir. Y no me importa todo el sufrimiento que haya por el camino, ni las piedras que encontraré ni los tropezones, ni las caídas… al final, la recompensa será dulce. Ya casi puedo saborearla ”.
Lentas, suaves, rápidas, pegadizas. Música para bailar hasta el amanecer y comerse el mundo… o música para enamorar, un baile de dos, sombras ligeras elevándose hacia las nubes, elevándose por amor.
Melodía para tranquilizar, para seguir el ritmo tamborileando con los dedos encima de una mesa mientras bebes algo y tu mente se ausenta, sueña… nuevas emociones, promesas aún por cumplir, deseos de amor, ansias de libertad.
Alcohol para las heridas del corazón, para olvidar un fracaso, un amor perdido, un ser querido que se ha ido, la mala suerte del destino…
Fuente de esperanzas para encontrar en cada ritmo, cada palabra, cada rima, la respuesta a todas tus preguntas.
Porque pensamos que quizás detrás de un título, se encuentre la canción de nuestras vidas, la que describirá nuestra historia plasmada en un trozo de papel. Esa canción que nos dará ánimos para seguir adelante, para luchar, para brillar. Esa canción que habla de amistad, de amor, de deseos, de esperanza… y que te acompañará en todos tus veranos y en las noches lluviosas y frías de invierno. Que recorrerá todo tu ser con un escalofrío, que te hará llorar, te hará sonreir, la sentirás muy dentro de ti. Formará parte de tu vida. Desde que la escuches por primera vez... para siempre.