Grítalo
a los cuatro vientos, escríbelo en el cielo, esto se ha acabado. Yo era
feliz, y ahora mi corazón está destrozado. Mira mis lágrimas, míralas
rodar por mi rostro como ríos sin un cauce fijo. Fíjate en lo que has
hecho de mí, yo antes era fuerte, nadie tenía una sonrisa tan sincera
como la mía… y mírame ahora, destrozada, tirada, sin fuerzas, como una
marioneta cuyos hilos solo son manejados por los latidos de tu corazón,
por la intensidad de tu mirada. Y lloro… lloro. Y casi sin darme cuenta
llega ese sentimiento, ese sentimiento cálido en el pecho, igual que el
calor que se siente en el interior después de tomar un trago de un café
aún humeante, como una ráfaga de viento cálido en el rostro en pleno
invierno, como la calidez de un abrazo sincero; me siento liberada… si,
hablo de ese sentimiento que se tiene después de llorar, cuando las
heridas del corazón han cicatrizado un poco más. Ya no caen más lágrimas
por mi rostro, pero mi corazón está abrumado, antes era grande,
hermoso, fuerte, lleno de amor y ahora… ahora está vacío. Late, porque
tiene que hacerlo. Bombea la sangre una y otra vez… rutina; pero ya no
da un vuelco con cada sorpresa que da la vida, ni parece explotar cuando
la felicidad se expande por cada milímetro de mi ser, ya no se para
repentinamente cuando te veo llegar, ni se acelera con la adrenalina de
ser vencedor en una carrera… solo se encoje y se encoje... Solo llora.
Me exaspera la lentitud del tiempo y a la vez, me asusta su rapidez. Me asusta ver cómo pasan los días y la rutina sigue siendo la misma, me asusta que hayan pasado tantas noches sin estar a tu lado y que aún te siga echando de menos. No soporto la idea de no tenerte, de, en realidad, no haberte tenido nunca, y no veas lo que me duele pensar que nunca te voy a poder tener. Un pequeño gesto, una pequeña mirada… solo me espero eso, no, en realidad no me espero nada. Nada aparte de silencios vacíos, miradas frías y recuerdos rotos. Dedícame una última palabra, ofréceme una última rosa, dame una última oportunidad de saborear tus besos. Saborear tus besos, sentir tus abrazos… ya no me importa nada más que no seas tú. Tú, y yo a tu lado.
No… no espero que lo entiendas, este amor perdido y necesitado buscaba consuelo en los brazos equivocados, no, tampoco espero que sientas lo mismo, no espero que, arrepentido, un día vuelvas y decidas arreglar este corazón que te dejaste olvidado en una esquina de tu habitación. Si… quizás algún día quieras volver, y yo te estaré esperando. Pensarás que ilusa y perdida que estoy… pero en realidad solo estaré esperando a que te descuides para hacerte el mismo daño que tú me has hecho a mí. Así me aseguraré de que no me olvides. Seré cruel y dulce; te ignoraré y te pondré en un altar; bailaremos hasta que amanezca y discutiremos hasta que la pasión nos pueda… vas a quedar completamente atrapado. Eso sí, siempre y cuando algún día te de por volver a mi lado.
Una calle vacía, una casa vacía, y si subes por la escalera y atraviesas
la primera puerta a la derecha también te encontrarás con un corazón
vacío. Me pregunto dónde quedaron esos días en lo que cantábamos juntos
hasta el amanecer, estoy tratando de encontrar ese amor que ahora parece
tan lejano… ese amor que parecía como un eterno cielo azul. Aunque sólo
sea verte una vez más, para despedirme de este sentimiento. Y aunque te
vayas seguiré rezando por volver a estar entre tus brazos, recorreré el
mar con la mirada, respiraré hondo y susurraré tu nombre… unas palabras
de amor, tan bajito que sólo lo oiga el viento; que se lleve mis
palabras, que arrastre mis plegarias hasta dónde quiera que estés tú
ahora y que tu corazón te las repita.
Te prometo mi amor, te prometo que siempre habrá un hueco para ti entre mis brazos… Pero parece que tú no quieres escuchar, no quieres luchar por volver a ese sentimiento…
Oh, pero no puedo dejar de pensar… me pregunto ¿Y dónde estarán, y por qué se habrán ido todos esos recuerdos juntos? Y todo mi amor lo encerraré en una botella de cristal, decorada con mis más bellas palabras de cariño… y un día esa botella será abierta y por tanto amor que habrá allí acumulado… no podré dejar de amar a la persona que la abra.
Te prometo mi amor, te prometo que siempre habrá un hueco para ti entre mis brazos… Pero parece que tú no quieres escuchar, no quieres luchar por volver a ese sentimiento…
Oh, pero no puedo dejar de pensar… me pregunto ¿Y dónde estarán, y por qué se habrán ido todos esos recuerdos juntos? Y todo mi amor lo encerraré en una botella de cristal, decorada con mis más bellas palabras de cariño… y un día esa botella será abierta y por tanto amor que habrá allí acumulado… no podré dejar de amar a la persona que la abra.
Mientras tanto seguiré rezando, seguiré esperando alcanzar de nuevo tu amor, aquel amor de un eterno cielo azul…
Si tuviera que decir la primera palabra que se me pasara por la mente en este mismo momento sería debilidad. Soy débil. Se ha acabado, SE ACABÓ, se ha olvidado de ti, nunca volverá a ser lo mismo…
esas son frases que no logro comprender, no hay sitio para ellas en mí.
NUNCA nada se puede acabar, no puedo dejar que nada se acabe, al menos
no puedo hasta que yo esté preparada para que se termine. No puedo
comprender que una relación se acabe de un día a otro, que un
sentimiento que ha tardado años en formarse se pueda quedar reducido a
nada con unas pocas palabras, que tú y yo nos estemos alejando…
simplemente, no lo entiendo. Yo estoy dispuesta a dar un paso, ya no
tengo miedo, recorramos este camino juntos, luchemos contra el viento y
la marea. Vamos, da un paso a mi lado. Caminemos juntos. Si abandonamos
ahora no habrá vuelta atrás.
ODIO esos momentos como éste, en los que con unas simples palabras que te azotan la mente puedes llegar a cambiar todo. Las dices o no las dices, no hay una tercera opción. Te arriesgas o no te arriesgas. Lo peor de todo es que está en juego algo que llevabas esperando demasiado tiempo… Lo pierdes o no lo pierdes. O expones un punto de debilidad, un punto flaco en la perfecta muralla que habías construido alrededor de tu corazón para que no te hicieran daño… o te arrepientes el resto de tu vida por no haberlo intentado. No he esperado todo este tiempo, no he construido mil sueños para que al final todo se eche a perder… pero ven tú y dime, ¿quién me manda a mí soñar? Que todo lo que tú no has soñado… nos he soñado yo juntos por los dos.
ODIO pensar en el daño que sufriré… ¿Por qué vivimos pensando en el daño que sufriremos? ¿No sería mejor pensar en los momentos hermosos que vivimos? Preocupaciones y más preocupaciones… estamos enredados en ellas todo el día.
También ODIO esa sensación de impotencia, esa sensación de no poder dejarte ir… que asco. Eres como una droga, has ocupado cada centímetro de mí, lo has llenado todo con tus sonrisas, tus miradas, tus promesas... y ahora, mírame, si no te tengo me muero. Que malas son las drogas.
-Mira… no se ve el final del camino, aunque quizás ese sea el problema. Yo no veo el final del camino, pero tú no ves el principio. Venga, seamos honestos, esto se ha acabado.
ODIO esos momentos como éste, en los que con unas simples palabras que te azotan la mente puedes llegar a cambiar todo. Las dices o no las dices, no hay una tercera opción. Te arriesgas o no te arriesgas. Lo peor de todo es que está en juego algo que llevabas esperando demasiado tiempo… Lo pierdes o no lo pierdes. O expones un punto de debilidad, un punto flaco en la perfecta muralla que habías construido alrededor de tu corazón para que no te hicieran daño… o te arrepientes el resto de tu vida por no haberlo intentado. No he esperado todo este tiempo, no he construido mil sueños para que al final todo se eche a perder… pero ven tú y dime, ¿quién me manda a mí soñar? Que todo lo que tú no has soñado… nos he soñado yo juntos por los dos.
ODIO pensar en el daño que sufriré… ¿Por qué vivimos pensando en el daño que sufriremos? ¿No sería mejor pensar en los momentos hermosos que vivimos? Preocupaciones y más preocupaciones… estamos enredados en ellas todo el día.
También ODIO esa sensación de impotencia, esa sensación de no poder dejarte ir… que asco. Eres como una droga, has ocupado cada centímetro de mí, lo has llenado todo con tus sonrisas, tus miradas, tus promesas... y ahora, mírame, si no te tengo me muero. Que malas son las drogas.
-Mira… no se ve el final del camino, aunque quizás ese sea el problema. Yo no veo el final del camino, pero tú no ves el principio. Venga, seamos honestos, esto se ha acabado.
Adoro
que un rayo de sol se filtre por la ventana y se refleje en mi rostro y
pensar que hoy puede ser un gran día. Quizás conozca a alguien nuevo;
quizás me encuentre dinero por la calle; quizás me compre ese vestido
que tanto tiempo llevo deseando o quizás en la esquina menos inesperada
me choque con alguien que con el tiempo descubriré que es mi amor
verdadero; y, entonces, recordaré este día, esta mañana, este café que
me estoy tomando, estos pensamientos, este amanecer y como mi gato se
acurruca en mi regazo.
Tengo la sensación de que hoy me miraré en el espejo y no me veré tan gorda, que me arreglaré aunque solo vaya a comprar el pan, que bailaré sin importarme lo que digan de mí, que gritaré todo lo que pienso por el simple placer de ser yo misma y que cometeré mil locuras solo para descubrir lo bella que es la vida… que ya es hora de salir ahí fuera, respirar bien hondo, y comerme el mundo. Si, hoy es una buena mañana.
Tengo la sensación de que hoy me miraré en el espejo y no me veré tan gorda, que me arreglaré aunque solo vaya a comprar el pan, que bailaré sin importarme lo que digan de mí, que gritaré todo lo que pienso por el simple placer de ser yo misma y que cometeré mil locuras solo para descubrir lo bella que es la vida… que ya es hora de salir ahí fuera, respirar bien hondo, y comerme el mundo. Si, hoy es una buena mañana.
Pero sé que también habrá días de esos que, por motivos desconocidos para los demás, incluso para mí misma me encuentre llena de ira, y no me siente con ánimos ni para hacer el desayuno. De esos días grises que vienen y van, en los que duermes más de la cuenta porque ningún agradable rayo de sol cruza tu ventana. De esos días en los que te parece que todo lo bueno engorda, es pecado o despeina. Que parece que la suerte, la alegría y las sonrisas se han escapado durante la noche por la ventana entreabierta de tu habitación…Lo único que me consuela en días como ese es pensar que, al fin y al cabo, mañana será otro día.
Las
dudas se forman por todo tipo de causas. Hay muchas clases de dudas,
dudas sobre uno mismo; dudas sobre sentimientos como el amor y la
amistad; dudas cuya respuesta requiere algo más de tiempo sobre temas
como la felicidad eterna o el dolor por la muerte de un ser querido; y
sobre todo dudas hacia la gente que nos rodea. Te preguntas qué es real y
qué está construido a base de mentiras y falsos gestos. Que un día te
levantas, y darías la vuelta al mundo por una persona a la que quieres y
después de un tiempo no te levantarías ni del sofá por ella. Y es que
la amistad se desgasta, los sentimientos se apagan y las dudas siempre
están ahí. Y tú dime, ¿qué es necesario para empezar a confiar en
alguien? ¿Qué gesto es el que empieza una amistad o un nuevo amor? Lo
más difícil es el primer paso a ciegas, un primer escalón que se sube,
un miedo a que esa persona nos haga daño, a que no sea lo que buscamos…
Pero si conseguimos subir el primer escalón, podremos vislumbrar el
camino. Iremos subiendo, poco a poco hasta alcanzar la cima de la
escalera y, no te lo niego, las vistas desde ahí son impresionantes.
Algunos llaman a esto amistad, otros, amor verdadero. Todo depende del
horizonte que contemples.