28 de septiembre de 2011

-Tanto tiempo esperando… y no me di cuenta de que él nunca me había esperado a mí. Había seguido su camino...
-Cierra los ojos, haz como si ellos no estuvieran, no tienen por qué verte llorar… Creo en ti sin ninguna duda, volverás a encontrar la ilusión, con todas tus fuerzas y tus ganas de vivir, no necesitas nada más. Pero siempre que notes que algo se vuelve a romper en tu interior, ahí estaré yo. Escucha
:


Ha estado a tu lado todas las noches de verano, en todos tus sueños. Te ha dado todo lo que necesitabas. Pero te dijo que cerraras los ojos para soñar, que soñaras con un lugar mejor, con él, con vosotros, y cuando los abriste él ya no estaba allí. Se fue, se ha ido y, probablemente, nunca vuelva. Recoge una estrella antes de que se pierda vuestra luna y os olvide. Guarda esa estrella, para siempre; piensa en cada caricia, cada susurro, cada beso no dado, cada te quiero olvidado… Piensa en ello durante el tiempo que necesites para cerrar esa herida que se ha instalado en tu corazón, hasta que los recuerdos dejen de doler y luego, olvídalo, borra su número, no lo esperes, no pienses en ello, y, sobretodo, nunca abandones, otra luna vendrá y, con un poco de suerte, se llevará la estrella en la que ahora habitan vuestros recuerdos… y si no, piensa que los amores de verano son eso, estrellas fugaces, un espectacular momento de luz celestial, una efímera luz de la eternidad, y en un instante, se van...



...y bien, lo único que te queda por hacer ahora es esperar que, ahora que se ha ido, sea feliz eternamente.


Y espero que tú también lo seas.






















-Entonces, ¿qué hacemos con los pocos días que nos quedan?

-Sólo quiero pasar cada minuto del resto de mis días contigo.






Jamás pensé que llegaría a conocer a alguien como él, con ese don de las palabras. Cada día era capaz de sorprenderme con nuevas historias, era capaz de hacer reír hasta a la sombra más triste de aquel pueblo… pero nadie jamás lo llegó a conocer como yo.
Esos momentos que pasamos juntos permanecerán conmigo para siempre… Aún recuerdo esos pequeños comentarios que hacía, cuando decía que yo era lo más precioso que había visto, que le daba igual donde estar mientras pudiera estar conmigo… cuando decía eso todo mi cuerpo se estremecía; y le quitaba importancia a sus palabras, lo decía sin malicia, como si fuera lo más normal del mundo, como si fuera obvio que quererme se debía anteponer ante todo. Quererme era más importante que su propia vida. Me tenía totalmente atrapada. Él nunca me presionó, nunca me hizo preguntas incómodas, no me forzó a que le diera una respuesta. Nunca me preguntó si yo le quería. A veces llegaba a sentirme realmente mal pues él estaba dispuesto a quererme el resto de sus días, y me lo decía, no esperaba nada a cambio, él era feliz por el simple hecho de que me sentara a su lado, de que le abrazara, de verme aunque fuera un segundo, de compartir conmigo un saludo, un cruce de miradas. Siempre fui consciente de que no me lo merecía, no me merecía todo aquel amor, ni sus palabras. Por ello, el día que descubrí que, poco a poco, yo también me iba enamorando de él, sólo esperé a que el resto de mis días empezara cuanto antes, para poder pasar cada minuto de mi vida al lado de él.






Hoy volví al sitio en el que te vi por primera vez. Buscaba las sensaciones perdidas, las palabras olvidadas, las promesas que ya no valen nada. Quizás algún día tú también me busques, puede que yo ya no esté allí o puede que siempre te espere. No soy la única culpable, ambos lo echamos todo a perder. Las palabras ya no significan nada… no entiendo porque has tenido que irte tan lejos, yo te seguiría echando de menos igual. Ahora solo busco una mirada que me llene, que me tiendas la mano, que te des la vuelta para mirarme, perderme en tu sonrisa, una caricia, saborear tus besos, que se me erice el bello, que me recuerdes, un susurro, que me quieras 5 minutos, busco un milagro, un golpe de suerte, una máquina del tiempo que me lleve de nuevo a tu lado o un por intentarlo no se pierde nada


Me repetí a mi misma que no podía llorar. Ese agobiante nudo en la garganta desaparecería sólo, quizás unas palabras de ánimo lo aflojaran. Otra cosa era el nudo que se me había instalado desde hacía tiempo en el corazón, ese que no me dejaba respirar, ni de día ni de noche; ese que estaba alerta en cada esquina por si la suerte llamaba a mi puerta, y te encontraba, cosa que nunca sucedió; ese que hacía que cada carcajada sonara como un lamento.
Era como una enfermedad, lo recuerdo. Cada día aumentaba, se extendía y me quitaba todos y cada uno de los atisbos de felicidad que pudiera llegar a tener. Cada día lo echaba más de menos.
Toda enfermedad tiene una cura, una medicación que si la tomas regularmente puedes llegar a sanar, en mi caso a recuperar la sonrisa, las ganas de vivir. Esa cura podía ser él. Pero no lo fue. Su indiferencia era total y absolutamente mortal para mí, como un cuchillazo en el corazón, uno detrás de otro, cada vez que me ignoraba, cada vez que se sentaba a mi lado y yo pensaba que nunca lo podría tener, cada vez que besaba a esa chica con la que quizás siga… o igual ha decidido destrozar algún otro corazón más... El mío, atravesado y malherido lo único que podía hacer era lamentarse, no se me ocurrió en ningún momento que hubiera un mundo de posibilidades ahí fuera, más bien no quise verlo, yo solo lo veía a él. Tampoco podía evitar pensar que él me había querido. Me había querido, ahora me aborrecía o quizás, simplemente le era indiferente… que no supe que era peor, no lo supe y, ahora, tampoco me importa. Es algo que forma parte del pasado, un pasado que espero poder olvidar, el dolor es algo inevitable, pero siempre se puede hacer algo para que sea más llevadero.
Y yo lo quería, y aún lo sigo queriendo, probablemente nunca deje de hacerlo, quizás esta herida nunca se llegue a cerrar del todo, pero jamás volveré a caer en ese pozo oscuro del que creí que no podría salir. Por ello, yo, aquí y ahora, ante todos aquellos lectores que se hayan sentido curiosos ante mi historia, me declaro culpable. Culpable por los errores cometidos, las palabras no dichas, los consejos que no acepté y el tiempo malgastado. Pero, sobre todo, me declaro culpable por las reglas incumplidas, las locuras cometidas y por los momentos de subidón. Me declaro culpable de mi repentina libertad, de mis ganas de vivir que me consumen, de ver en cada momento una nueva oportunidad, un nuevo comienzo y una excusa para enterrar las heridas del pasado. Lo único que me queda por aclarar, algo que se quedará conmigo para el resto de los días y con lo que tendré que convivir para aprender a sacar mi vida adelante, seguir en el camino correcto, no callar ante lo injusto para poder vivir un poco más a gusto, sea como sea… es una frase, y es que:
Ahora soy una luchadora.







¿Qué es el amor? Muchos lo desean, pocos lo han sentido. Nadie sabría describir con exactitud las sensaciones que provoca; ni tampoco sabría decir las locuras a las que conlleva, ni justificar todos los porqués. ¿Es sólo un sentimiento? ¿Es un juego? Porque si lo fuera jugaría todas mis cartas. ¿Cuántos te quiero se pueden decir sin que suene empalagoso? ¿De verdad se puede olvidar un amor o solo cambia de lugar en la memoria? ¿Cuántas cosas se podrán decir con una sola mirada? ¿Cuánto tiempo es necesario para que ese sentimiento empiece a desgastarse? ¿Cuánto tiempo se puede esperar a la persona amada? Días, semanas, meses… ¿Años? ¿Cuántas veces se puede romper un corazón? ¿Cuántas horas al día se puede llegar a pensar en esa persona? ¿De verdad el corazón de un enamorado alcanza las 100 pulsaciones por minuto sin apenas darse cuenta?
¿Acaso, alguna vez, alguien logrará encontrar la definición perfecta para esta palabra? Tan perfecta que a quién la lea la haga flotar, recordar, suspirar, ansiar poder estar al lado de esa persona. Para siempre.



PD: Life is beautiful.