29 de diciembre de 2011

Recordaba sus palabras como puñales que se clavan en el corazón de la mente. Mis manos, que eran como rosas en primavera, habían quedado reducidas a espinas. Juro que te seguí, como un voluntario de una ONG, me moví para devolverte la vida que me diste. Soy mujer lobo cada noche, cuando recuerdo con rabia cómo no pude retenerte entre mis feroces garras, para despertarme junto a ti cuando ya fuera humana. Era el ocaso de nuestro viaje, pero el Sol a veces repite amanecer.