20 de mayo de 2011

Ciertas experiencias son incomunicables. El amor. No tiene sentido intentar explicar, por ejemplo, que fui más feliz en ocho meses con él que en los ocho años anteriores. O el momento terrorífico, (no falto de amor), de pensar: nos queremos tanto que está claro que no puede salir bien. O contar aquella vez que me dijo lo que sentía mientras le tiritaba la barbilla y mi peso le dormía la pierna. O aquella mañana que se fue mientras yo dormía y se hizo el ofendido. O el día que me prometió llevarme a una playa perdida. O blablablá. No importa. Nadie puede entenderlo.