8 de junio de 2010


Ella cogio unas briznas de pasto y se las llevo a la boca, mordiendolas para chupar la salvia. Se volvio a mirar a su amigo y el se hundio en sus brumosas pupilas. sin pensarlo, el la atrajo y busco su boca. Fue un beso casto, tibio, leve, sin embargo tuvo el efecto de una sacudida telurica en sus sentidos. Ambos percibieron la piel del otro nunca antes tran precisa y cercana, la presion de sus manos, la intimidad de un contacto anhelado desde el comienzo de los tiempos. Los invadio un calor palpitante en los huesos, en las venas, en el alma, algo que no conocian o habian olvidado por completo pues la memoria de la carne es fragil. todo desaparecio alrededor y solo tuvieron conciencia de sus labios unidos tomando y recibiendo. en verdad apenas fue un beso, la sugerencia de un contacto esperado e inevitable, pero ambos estaban seguros de que ese seria el unico beso que pudieran recordar hasta el fin de sus dias y de todas las caricias la unica en dejar una huella certera en sus nostalgias. Supieron uqe dentro de unos años todavia podrian evocar con precision el contacto humedo y calido de sus labios, el olor a pasto fresco y la tormentosa sensacion en sus espiritus. ambos respiraban agitados, ardientes, suspendidos en su propio espacio, en su propio tiempo. El no se movio, conmovido por una emocion nueva y totalitaria hacia esa mujer, ya para siempre ligada a su destino.