16 de marzo de 2011


Fue a dar uno de sus paseos nocturnos, abrió la puerta y se lanzó al abismo de la calle. Caminó y caminó durante horas, a pesar de que la luz brillaba por su ausencia y hasta las luces de la calle estaban apagadas. No se veía a nadie, pero lo necesitaba. Para su sorpresa cotidiana, no estaba, él no estaba, porque nunca había estado en el pasado, porque en el presente no estaba ahí y porque en el futuro incierto algo le decía que no iba a estar.