16 de marzo de 2011


Vemos el pasado como el agua del río que se va. Una corriente que se lleva consigo los errores de nuestra juventud, los amores perdidos, las tentaciones a las que sucumbimos o las oportunidades que desaprovechamos. Pero tarde o temprano vuelven flotando los recuerdos de errores en los que caímos y de los pecados que cometimos. Sí, los errores de nuestro pasado siempre vuelven flotando a nuestras vidas, y cuando lo hacen tenemos que pagar por ellos.