3 de febrero de 2011







Todo en mí daba signos de inestabilidad, de odio supremo hacia mí misma. Aunque estaba en paz, necesitaba algo de acción. Y no quiero decir que busque los problemas, es algo que yace más allá del límite entre lo moral e inmoral, lo bueno o destructivo para uno. Cuando no estaba con él me sentía en paz, pero en todo caso las plantas también son pacíficas y libres, ¿verdad? Era más bien un vegetal sincronizado con un horario secundario, que reía más de lo que se le pedía sólo por no preocupar a terceros.
Era una maldita planta, un mentiroso y sucio vegetal.